Me pregunto si piensas en ella Por las mañanas Cuando sale el sol, Si la ves en las nubes rosadas, En la luz renovada que se filtra Por las ventanas de tu oficina O del autobús en el que viajas, Que se cuela en tus ojos cansados Y en tu cerebro deprimido Para excitarlo: La luz azul Del cielo, La frecuencia De un nuevo día.
Lo sé, su absoluta hermosura
Eclipsa al universo entero;
El sol y la luna, a su lado,
Son sucias monedas de cobre
Y yo, una nulidad.
Tal vez estás demasiado cansado
Como para fijarte en estas tonterías.
Yo no puedo evitarlo;
Me pregunto si piensas en ella
Cuando amanece,
Si, en el gradiente de esos minutos,
De alguna forma, la sientes venir
A posarse sobre tu frente, sobre tus mejillas,
Como un fantasma,
Si te hiende nuevamente
Con la flecha del deseo frustrado
Y la insuficiencia,
Si palpita en esas heridas
Que aún no se cierran del todo,
Que guardas tras una mirada seca,
Un rostro impasible,
Mientras respiras hondo
Y sueltas el aire
Y vives
Un día más.
Ojalá fuera yo La aurora matinal Que besa tus párpados, Ojalá pudiera habitar El resplandor naranja De las brasas, del crepúsculo, La llamarada fucsia Del horizonte.
Ojalá fuera yo
Quien tuviera el poder
De prender el fuego
Que sientes que te falta,
Pero no lo tengo;
Soy secundaria en tu vida
Y no hay nada que hacer al respecto;
Un arbolito en el fondo del fondo
Aniquilado por la compresión,
Una partícula de polvo
En tu escenario.
Nunca pensarás en mí,
Nunca te haré feliz,
Nunca seré el sujeto
De tu arte,
De tus canciones de amor,
Debo aceptarlo.
Tengo un nudo en la garganta, El dolor sordo de la certeza, el latido Que atenaza mi lengua, Que sabe que no me quieres, Que no te importo, Que ni siquiera leerás este poema.
Soy una idiota
Y ella lo es todo.