En todos mis tejidos, en mi grasa, en mis tendones;
En todas mis segundas intenciones;
En todos los abismos que se abrieron en mi piel,
En todos los granos de sal que rodaron ásperos por sus paredes;
En aquella herida que hubo que sellar con plata
Como el ombligo de una recién nacida;
En todas las canciones que me laten en la sangre,
En todos los ritmos y las percusiones
Que alguna vez destacaron en la cacofonía interminable del mundo;
En mi estómago cerrado,
En mi corazón partido,
En mis arterias rotas
Te guardo
Y nunca querré soltarte.