Me veo obligada
A dejar que pase la tormenta,
A sostener el hielo en la palma de la mano
E imaginar que el agua fría
Que se cuela entre mis dedos y gotea
Es en realidad la sangre
De mi muñeca,
El chorro fluctuante, rítmico
Que brotaría
Si se hiciera
Realidad
Mi fantasía.
Me veo obligada
A decirme a mí misma
Que sólo ha sido un mal momento,
Un mal día,
Y que, mira:
Nadie tiene ganas
De salir de la cama,
De despertarse cada mañana
O de vivir,
Y lo hacen igual,
Así que me siento en silencio
Y dejo que pase…
Que el dolor abyecto
De la constricción
De los vasos sanguíneos
Me trague,
Que se tensen
Como cuerdas
De guitarra
Mis tendones.
El agua fría
Se vuelve tibia
Y después
Se vuelve aire;
La tormenta amaina
Tarde o temprano;
La palidez ahogada de antes
Da paso al rubor
Así como las nubes se apartan
Para que entre la luz del sol.
A veces el hielo se funde y
Me siento un poco mejor;
En caso contrario
Me permito
Tomar otro,
Y otro,
Y otro más,
No pasa nada.
Es un gran alivio
No tener cuchillas.